Mis zapatos.




Me senté en el banco de madera verde ya gastado por el tiempo, el polvo y la lluvia. Cerré mis ojos queriendo botar con el llanto las impurezas, los miedos y las heridas. El viento comenzó a soplar más fuerte y con él se venían los recuerdos…recuerdos dolorosos, alegres y llenos de emociones. Miraba mis zapatos como jugaban cual columpio en el aire, como raspaban la tierra y poco a poco se iban llenando de polvo. Levanté la mirada y seguía siendo de  noche pero el entorno había cambiado, estaba lleno de niños, caras conocidas y hermosas de hace años atrás…miré mis manos y eran mas pequeñas, bajé la mirada y vi mis piernas con pasto en las rodillas, el borde de mi vestido con una blonda y flores y mis zapatitos negros con calcetines blancos –Podría ser?- me dije asombrada, en un abrir y cerrar de ojos volví a la época del runrún, los helados de invierno, las chiquitolinas y los sueños.
Camine y recorrí cada rincón de ese parque me sentía segura, estaba rodeada de pequeños rostros conocidos que me hacían sentir acompañada. Corrí al sentir el olor del algodón de azúcar y junto con muchos otros niños me acerqué a buscar uno, hubo un niño que me tomó la mano y me dijo con cariño “tranquila, soy tu amigo y nada te pasará estando a mi lado” le sonreí y en ese momento un viento inesperado y tormentoso llegó y sacudió toda la plaza, llevándose las hojas, los árboles, los juegos y los niños. Traté de sostener su mano pero el viento me la arrebató y con el me arrebató la luz…estaba sola de nuevo, la oscuridad me daba tanto miedo que solo pude acurrucarme en un árbol y pedir que las estrellas iluminaran ese momento, pero las estrellas nunca llegaron sentí como un gigante egoísta se acercaba y se llevaba mi inocencia y junto con eso mi memoria…lloré pidiéndole a la luna que me trajera a quien me dio la sonrisa pero a cambio de eso solo llegó un viento furioso lleno de lluvia, que me golpeaba la piel, el alma y llenaba mis ojos de agua…un agua que borró mi sonrisa, un agua que no lavó mi alma y que me hizo trizas. Grité tu nombre tan fuerte pero no me oíste, luego le pedí al sol que me diera un sueño, que me regalara un pequeño sueño del que pudiera vivir en tanta oscuridad y el sol me dijo –Espera pequeña, aguanta un poco mas que yo siempre estaré contigo- …eso fue suficiente para que mi pequeño corazón se llenara de verde intenso y creyera en un mañana mejor. Con miedo me paré y caminé con dificultad al centro de la plaza, el gigante había desaparecido pero el viento aun golpeaba fuerte mi piel de niña si, de niña. 
Después de mucho pelear logré sentarme en el banco verde de madera, cerré mis ojitos y apreté mis manos fuerte contra el banco. El viento cesó abrí mis ojos y mis piernas eran mas grandes, mis manos mas maduras y mis zapatos no tenían tierra en ellos, levanté la cabeza y todo estaba como antes. La gente había cambiado, estaban todos más grandes, y el lugar estaba lleno de edificios.
Me levanté a recorrer cuando en mi pelo comenzó a revolotear ese viento nuevamente, sentí miedo pero por alguna razón esta vez no me dolía tanto, me acurruqué y le pedí a las estrellas que se lo llevaran y ellas me dijeron que no sería posible que esta vez también debía aguantar la tormenta…sentí tanto miedo y luego recordé que si mi pequeña yo a sus 11 años pudo soportar tanta tormenta, con esa pequeña alma y ese gigante egoísta…entonces como yo ,una mujer, no iba a poder soportarlo. Me paré abrace al árbol que me vio crecer y simplemente llamé al sol y le dije – aquí estoy, y no tengo miedo- mientras el viento golpeaba mas fuerte que nunca. El frío calaba los huesos, la lluvia empapaba mis ojos, y las oscuridad se apropió nuevamente del momento llenándome de miedos. Apareció el sol y me dijo – recuerda tu sueño, recuerda que no estás sola- cerré mis ojos muy fuerte y me arrimé al árbol para que el viento no me botara…
El viento en cada minuto que pasaba despegaba uno de mis dedos del árbol, cada vez se hacía mas fuerte y yo mas débil, no quise pensar en lo que pasaría si el viento lograba botarme, simplemente traté de seguir afirmándome pero cada vez se hacía mucho mas difícil y me dolía el cuerpo…reconozco que lloré y grité de rabia porque necesitaba esos ojos y esas manos cariñosas que me dijeran “tranquila pequeña yo te cuido”…pero nuevamente estaba sola.  Lloré y grité con fuerza mientras el viento soplaba mas y mas fuerte…”resiste pequeña, resiste” fue lo último que dije.

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