Gritos

La lluvia en mi cara, mi corazón acelerado y yo…yo con esa sensación de tener que gritar desde el estómago. Era tarde, la noche estaba más oscura que nunca y el frio calaba mis huesos. Mis manos congeladas igual que mis pensamientos, que mis palabras y mi boca.
Llevaba horas caminando  por la ciudad, solo quería encontrar a alguien a quien decirle lo que mi boca callaba…solo necesitaba a una persona, pero no había nadie. Volvíamos a ser solo la condenada noche y yo.
En el pasto rebotaban las gotas de lluvia, esa lluvia endiablada que mojaba mis piernas y mi cara. Aun de rodillas con el pulso acelerado y sin saber qué hacer, miraba atentamente la luna y la maldije por astuta por jugar con las ideas imparables de mi ser, por ponerme en blanco…
Cerré mis ojos fuertemente, apreté mis dientes y mientras el viento golpeaba firmemente mi cara…grité, grite hasta que sentí que todo mi cuerpo gritaba conmigo, hasta sentir mi garganta sin vida, hasta que mi estómago se quedó sin aire y mi piel se erizó por completo…mi corazón a punto de explotar, y mis manos empuñadas  hacían de esta experiencia algo sublime.
Un grito eterno, un grito desesperado ajeno a toda razón…completamente ajeno. Lentamente mi voz se desvaneció en la sombría noche, y mis ojos se abrieron poco a poco, la lluvia caía con mucha más fuerza y el viento había parado.
Mi corazón agitado me indicaba que era hora de respirar …y eso hice  . Inhale tan fuerte que cada parte de ese parque se hizo mía junto con la lluvia, la noche y la luna…
No quería ir a casa, ni calentarme, ni mucho menos protegerme de esa tormenta enfurecida que golpeaba intensamente mi cuerpo. Solo quería seguir ahí…recostada en el pasto, sintiendo el agua, el viento y este grito desesperado.

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