Café para dos.
Smokey eyes, pelo tomado, chaqueta de cuero y su pañuelo de siempre salpicado con el perfume intoxicante que salía de su cuello. Se paseaba como si conociera muy bien cada parte de ese bar, hacía que el caminar fuera un arte que pocas podían dominar. Tanta elegancia, tanta sensualidad y tanta rabia escondían sus ojos que simplemente el solo verla ponía los pelos de punta.
Sola se sentó en la barra con las piernas cruzadas, su espalda al descubierto y su trago de siempre. La sonrisa implacable y su mirada insolente siempre atraían a mas de uno. Esa noche había uno que quedó cautivo de sus miradas, ella sabía lo que hacía y simplemente coqueteó con el toda la noche. El reloj, el ambiente y ellos ya no pudieron y es así como él se acercó a la barra para hablarle.
Al llegar se encontró con su espalda suave, larga y elegante…
-me puedo sentar?-
-Por qué no?-
-Entonces, como te llamas?-
Ella soltó una carcajada y simplemente lo besó.
-Pero…-
-Pero qué ¿ no era lo que querías desde que me viste?-
-Si, claro pero…-
-Pero nada, vamos?-
Llovía fuertemente y eso no fue impedimento para que los dos comenzaran un baile de besos, caricias y jugueteos bajo la lluvia. Él estaba simplemente asombrado, era una mujer tan audaz, bonita y a ratos tierna. Recorrieron prácticamente toda la ciudad caminando, jugando bajo la lluvia, riendo y besándose.
Llegaron al departamento de ella en donde no demoraron mucho en enredarse y dejar que el momento simplemente les quitara el aliento. El, completamente loco por ella solo quería permanecer ahí viviendo ese instante mágico, único que le había regalado esa noche de septiembre.
-Creo que es hora de que te vayas- Le dijo ella con un tono frívolo.
-Cómo?, es una broma?-
-No, me carga dormir acompañada- le dijo ella con un tono burlesco.
El seguía sentado en la cama si poder entender nada, resulta que a los 30 años es difícil ver este tipo de situaciones por lo general ya se pasó por la etapa de probar, experimentar y jugar con las personas.
-Al menos me podrías decir tu nombre?-
-Si, me llamo Noelia-
Él se paró y comenzó a vestirse mientras ella estaba en la cocina, mientras abrochaba su camisa veía fotos de una mujer mucho mas dulce, fotos con familia, amigos y no le cuadraba como es que esa persona de las fotos tan dulce y amable podía ser una mujer tan fría.
-Esa eres tu?-
-Claro, que yo sepa no tengo hermana gemela- dijo con una carcajada.
-Que pena, deberías tenerla en estos momentos la invitaría a almorzar mañana y quizás todo el resto de la semana-
-Una pena, pero velo desde este punto de vista…te ahorré una semana de salidas-
Él se acercó le dio un beso en la frente y le dejó un papel.
-Adiós Noelia, gracias por esta fantástica noche-
-Adiós…espera! Cual es tu nombre?-
-Jajaja, mi nombre es Fernando-
-Un placer Fernando-
-Ok igualmente…cuídate-
Noelia se quedó mirando la ciudad desde su ventana tomando un te, mientras por el pasillo del edificio se iba Fernando sin entender nada. Noelia sonrió y se dio cuenta del papel que le había dejado Fernando.
“No sé que clase de imbécil pudo dejarte ser así, no se porque dejaste de lado todo lo que eras …solo sé que aun está ahí por como jugaste igual que una niña hoy bajo la lluvia. Cuando quieras hablar llámame…Fernando”
Noelia quedó boquiabierta sin saber como es que todo se había derrumbado nuevamente. Tomó otro sorbo de su te y siguió mirando las luces de la ciudad mientras en su track list sonaba “Yellow Ledbetter” de Pearl jam…
Eran las 5 de la mañana y Noelia escuchaba tono de marcado en su teléfono… cuando de pronto contestaron.
-Aló?-
_Fernando?-
-Si… Noelia?- dijo Fernando mientras sonreía y miraba hacia arriba en dirección a su ventana.
- Si, soy yo... Quieres tomar desayuno?-
Ambos sonrieron mientras la luna se despedía de la gran ciudad y de una noche que sería la primera de muchas.
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